jueves, 4 de septiembre de 2008

LIteralidad

[En esa literalidad no cabe un otro. Nos enamoramos efervescentemente, pero en realidad buscamos un espejo donde vernos engrandecidos. Buscamos un cómplice, una muleta, un lecho caliente, pero nos defendemos del otro como tal. Aquél quien no resiste su propia complejidad permanece en un diálogo para sordos donde las anteojeras de la manipulación emocional persiguen como único objetivo que el otro sea como yo quiero que sea. Y punto.Tanta violencia en las propias casas nos lo confirma. El fracaso en la comunicación se da cuando el otro no tiene cabida dentro de uno. No hay sitio para la diferencia. Y por tanto, el discurso es un ataque o una defensa pero no un enriquecimiento.

Lo literal se ceba en una falacia, que todo acaba donde acabo yo, donde ya no veo más. Temíblemente la muerte es un final, y el recién nacido un espacio vacío que hay que llenar. Tal vez hay una pereza en lanzar esos hilos invisibles que comunican las cosas con procesos del alma para darle sentido al hecho de vivir. La vida es un libro que hay que leer, nuestra existencia es un marco de sentido. Vivir la vida que nos han dicho que hay que vivir forma parte de esa literalidad, descubrir, en cambio, qué mensaje nos trae el destino forma parte de una profundidad que nos aleja de un mundo estrecho y plano para alzar el vuelo en todas direcciones posibles.]


Extracto del texto de Julián Peragón.