jueves, 4 de septiembre de 2008

Vivimos, por así decir, sumergidos en un agua subjetiva que lo impregna todo, que lo empapa todo sin dejar resquicio para el contraste, la relativización o la reflexión. Somos víctimas de nuestra percepción, somos esclavos de nuestros procesos mentales, de nuestros filtros culturales que nos hacen ver las cosas como si fueran reales cuando son lo que son, diferentes interpretaciones de una misma realidad.

Empezamos a literalizar el mundo literalizándonos nosotros mismos, creemos que somos aquello que pensamos de nosotros mismos, que no es más que una imagen remozada de aquello que los demás piensan de nosotros. Una especie de bucle que se retroalimenta constantemente. Pero nos conformamos con una visión que nos da seguridad sin darnos espacio para investigar donde llega eso que somos.