Hoy la miré acariciar su cabeza durante una hora ininterrumpida, dibujando en su piel holgada cada minuto del dia, y de los dias anteriores, y de los planes para mañana. Lo alimenta con cada roce y peina el pelo canoso, lo ama inquebrantablemente en cada movimiento, en cada mirada. Espera, en silencio, que se despierte, y cuida su sueño. Me gusta imaginarlo, dentro de si mismo, sentado en el suelo, y la sonrisa es amplia, recibiendo con placer cada caricia, tambien el espera volver. Y al dejar la habitacion y saludarlo hasta el dia siguiente, lo que algunos hubieran considerado silencio, se convirtio en un "Hasta mañana!" proveniente de su misma sonrisa.
